Existen espacios que emanan ingenio y creatividad, y el departamento de Sandra Tineo es uno de ellos. Una torre de cajas de rompecabezas, libros de historia de arte descansando en los muebles, una libreta llena de ideas en la mesa del comedor, pequeñas esculturas salpicadas por la sala, adornos, cuadros y plantas constituyen este fascinante paisaje interior.
Los objetos develan los gustos y placeres de la dueña de casa. Sandra es diseñadora gráfica, diplomada en Historia del Arte Moderno, comunicadora, antropóloga visual y docente. Sobre todo, es una exploradora de la belleza, el movimiento, los colores y el arte de crear.
Su sala, de paredes pintadas en distintos tonos, tiene ventanas que dan directo al malecón de Miraflores. Ya sea que el cielo esté completamente despejado o con neblina, la vista es maravillosa. Este es el espacio que utiliza como su oficina en casa y es el paisaje que ve mientras trabaja, cuando no está en su oficina de la universidad en la que enseña.
Sandra cuenta que llegó a esta casa hace años, recién divorciada y con dos hijos. Por varios meses estuvo viviendo con cajas alrededor. De a pocos, aprendió a habitar el espacio y ha crecido y cambiado con este. A lo largo de los distintos momentos vividos aquí, este siempre ha sido, para ella, un lugar que “alimenta el alma”.
Además de todo, Sandra es buena amiga de Armando Paredes. Como consultora en comunicación visual fue ella quien, hace casi quince años, ideó una de las primeras particularidades de la personalidad de Armando: hablarle a los solteros y solteras de la ciudad. El mensaje fue un éxito. Luego de eso, Armando Paredes ha seguido creciendo en proyectos, metros cuadrados construidos, personas y familias a quienes les quiere hablar, y en su visión con respecto a la ciudad. ¿Cómo seguir avanzando sin perder la esencia? Para responder a esa pregunta, Armando volvió a sentarse frente al escritorio de Sandra.
Trabaja rodeada de una buena energía y un punto de caos estimulante. A su alrededor hay papeles, decenas de libros y varios recuerdos, como quien busca tener referencias e inspiración a la mano. “Pero hay un detalle que es el más importante”, confiesa señalando el busto de Nefertiti, reina egipcia. Lo encontró en un salón de clase hace años y desde entonces la acompaña. El nombre Nefertiti significa “la bella ha llegado” y eso resuena mucho en Sandra. Es un símbolo que tiene sentido en un espacio de creación, donde el atractivo es reconocido como un valor que se puede explorar de manera más profunda.
“La belleza es una energía y un poder que cura, que aporta, que ayuda. La hemos cosificado de tal manera que parece un pecado”, reflexiona. Su pasión por el arte y por encontrar el placer en lo que hace (ya sea en la docencia o en la consultoría de marca) es lo que la motiva a seguir investigando y buscando nuevas formas de crear mensajes que atraigan y, sobre todo, que conecten.