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Tips de Armando: Convivir con el arte, por Tregua

En Tregua el arte no solo se contempla, se vive. Cambia con los habitantes, los cuestiona permanentemente, los reta y los divierte. Se trata de la casa galería de Mónica de la Villa, donde ella y su familia conviven con el arte y el diseño, y lo ven como una invitación a la libertad y a pensar fuera de la caja.

Su colección personal se encuentra en la primera planta del Armando Paredes de Sáenz Peña, y las piezas que su galería custodia, de artistas como Valentino Sibadon, Ana María Gastañeta, Les Egusquiza, Camila Rodrigo, Katherinne Fiedler, Fabiola Gonzáles, Michelle Magot y Yerko Zlatar, están dispuestas en la segunda planta, junto a una encantadora terraza.

“En este espacio se inicia un diálogo honesto, sin pretensiones, en el que te acompaño a explorar qué tipo de arte te mueve, te cuestiona, te emociona”, explica Mónica, quien creó Tregua en el 2020, y fue evolucionando su propuesta hasta lo que es hoy. Los servicios que ofrece van desde la compra de piezas nuevas, la recomposición de las obras en la casa del cliente o, simplemente, el disfrute de una reflexión (y un momento de inspiración).

Para Mónica, es importante entender que la relación con el arte es personal, profundamente íntima y sin fórmulas. Con esta filosofía, que se aleja de las reglas convencionales, nos da unas ideas para convivir con el arte en nuestra casa, pero de la forma más creativa posible.

Primero, no hay que tener miedo a combinar técnicas, tiempos y formatos. “Lo que es transversal es que tiene que gustarte a ti, porque es tu casa. Tienes todo el derecho a que te guste un grabado, un dibujo o una escultura y, sí, estos puedan mezclarse de una manera coherente y conversar entre ellos”, afirma Mónica. Cuando habla de coherencia, por supuesto se refiere a lo que tenga sentido visual para cada uno, y esta combinación puede ser en base a los colores, las texturas o lo que transmiten las piezas.

Segundo, se puede colocar las piezas de manera lúdica y hasta arriesgada. Cada uno sabe sus límites, pero Mónica sugiere buscar lugares que no sean obvios —como el típico cuadro grande centrado sobre el sofá principal de la sala— y atreverse a poner el arte donde lo puedas ver o te acompañe mejor. “Hay rincones que se vuelven visibles solo porque pusiste las obras de arte y, así, estas se vuelven guías de la ruta visual por tu casa. En mi caso, tengo piezas muy arriba en las paredes, porque me gusta mirar hacia arriba y guiar los ojos de los visitantes por todos lados”, explica.

También se pueden colocar piezas en una viga, en una esquina superior o inferior de la pared, sobre el travesaño de una ventana o puerta, debajo de una escalera o, ¿por qué no?, en el techo. Además, la sala y el comedor no son las únicas áreas de casa destinadas para el arte: los dormitorios, la cocina y los baños son buenos ambientes, así como los espacios de tránsito, como los pasadizos o las escaleras.

Tercera recomendación: animarse a transgredir los paños visuales. A veces, uno tiene divididos los espacios específicos, porque hay una puerta o una ventana y se crea una geometría un poco dura o estática, la cual a Mónica le gusta romper. “Al colocar una pieza que no se circunscribe a ese espacio esperado, como esta vara de Andrea Tregear, que pasa por encima de la ventana de la sala y cruza el paño visual, se genera un efecto de amplitud”, comenta Mónica.

Un cuarto consejo es, en realidad, una certeza: si algo te incomoda en tu espacio, puedes hacer algo al respecto. Tapar un elemento poco estético o puramente práctico con una obra encima no es la única opción, también puedes intervenir el elemento y volverlo arte a su manera. “La mayoría de las intervenciones artísticas en mi casa surgieron por un error o una incomodidad”, cuenta la consultora. “Como, por ejemplo, la intervención pictórica de Valentino Sibadon en los interruptores de la sala, o la que el mismo artista hizo en el piso de terrazo blanco que se manchó en el comedor”.

Por último, es bueno tener presente que no todas las piezas de arte tienen que ir con marco (tampoco con vidrio, aunque sí protege las obras, especialmente las que utilizan papel, en un clima como el de Lima) como sucedía antiguamente. Sin embargo, enmarcar puede ser muy divertido y hay mucho espacio para el juego. Así, se puede elegir un paspartú de color y pintar el marco del mismo tono, de forma que cumple un rol, ya no solo funcional, también artístico. Cuando se trata de arte, no hay recetas, solo posibilidades infinitas.

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