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Una colaboración especial: Kiara Hayashida para Armando Paredes

De niña, Kiara Hayashida jugaba con una de sus abuelas a hacer pequeños moldes de plastilina, mientras que observaba a la otra disfrutar del placer de tejer. También admiraba a su abuelo, quien fue vidriero; junto con su hermano. Kiara solía ver programas de arte y manualidades, como Art Attack. Desde muy temprano, todo lo que tenía que ver con trabajar con las manos, crear y dar forma, la hacía sentirse cómoda, en su lugar.

Estudió Comunicaciones fuera del Perú. De regreso en Lima, entró a Corriente Alterna para estudiar arte y en paralelo llevó clases con la ceramista Sonia Céspedes, donde su amor por el material fue instantáneo. “Me enamoré de la cerámica porque el proceso me permite materializar, a través de piezas únicas, conceptos intangibles como mi tiempo, esfuerzo y cariño”, explica Kiara.

Su obra como ceramista se caracteriza por la paciencia y la atención a los detalles. Esa aproximación también se traslada a su departamento en Miraflores, en el San Fernando de Armando Paredes. El lugar tenía lo que ella y Carlos, su pareja, estaban buscando: buena iluminación, amplitud de espacio, una terraza y muchos toques de modernidad.

Llevan seis años aquí, en un depa de la primera planta que recibe linda luz natural, pues los departamentos superiores se diseñaron de tal manera que quedan ligeramente más atrás y así no les dan sombra. El resultado es una terraza donde las plantas crecen y el tiempo corre más lento. Aquí, Kiara se asolea, se toma un café o recibe a sus visitas para conversar sin apuro. La terraza da un respiro adicional a la casa.

La cocina se fusiona con la sala, que está decorada con un cuadro pintado por la propia Kiara y una pared amarilla que le da vida. Y hay más colores. La pared de ingreso la pintaron de verde ellos mismos, pese a que no sabían muy bien cómo hacerlo. “Pensé que era como el óleo y le puse demasiada agua a la pintura”, recuerda Kiara entre risas. “Cuando veo fotos del depa con las paredes blancas no lo puedo creer”.

La mesa principal es circular, combina con los muebles de la terraza y está iluminada por una lámpara de cerámica hecha por Kiara. Dentro de los cajones del mueble del comedor, la artista guarda algunos objetos con valor emocional, como un espejo tallado por su abuelo. Aún está buscando el espacio indicado para colgarlo y lucirlo más.

Kiara pasa mucho tiempo en su taller que queda a tan solo unas cuadras. Ubicado en un segundo piso de una casita, este es un espacio muy personal que respira y emana creatividad. Hay muestras de cerámica colgadas en la pared, dibujos en la mesa, arcilla, esmalte, envases, plantas recibiendo sol. Todo se siente muy a la mano, como para no dejar que se escape una idea.

Es aquí donde Kiara desarrolló su colaboración especial con Armando Paredes: una colección de casi 300 vasos únicos. La idea detrás es que una acción tan cotidiana como beber algo, se puede transformar en una invitación a detenerse un momento y sentir el bienestar simple y profundo en el diseño y el arte. Las piezas son un regalo que Armando quiso hacer para celebrar el aniversario de su Pasaje Laureles. Son vasos que estarán siempre llenos de cosas buenas. Un arte funcional, coleccionable, para hacer mejor cualquier momento del día.

Los colores que predominan en esta colección de cerámica son el naranja, el verde y el tierra. El resultado son piezas frescas, lúdicas y sin pretensiones. Gracias a su aparente simpleza ofrecen una sensación de calma que refleja, justamente, un trabajo que demanda tanta paciencia y ojo por los detalles como el de Kiara Hayashida. A veces, algunos objetos, así como los espacios hechos de a pocos, nos pueden hacer sentir que estamos en casa.

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