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Entrar a un Armando

Dicen que todo está en la primera impresión. El confort y la proyección del estilo de vida pueden percibirse desde el momento en que se ingresa en un edificio. Hoy en día, los lobbies tienen que ser pensados como parte fundamental del todo. Es por eso que entrar en un Armando representa siempre el inicio de una experiencia integral, con ese tipo de diseño que te hace detener el paso.

El Armando de Los Nogales, por ejemplo, revela desde la entrada su espíritu moderno, sofisticado y casual. Aquí, el diseño tiene mucho que decir. La pepelma negra en las columnas, el juego bicolor de los mosaicos en el piso; las sillas inspiradas en la Shell Chair de Wegner; la vista desde el lobby a las dos calles que hacen esquina, Los Nogales y Basadre: todo es parte de un recorrido visual que anticipa un estilo de vida elegante, sobrio y dinámico.

   

   
Muy cerca, en el Armando de Basadre, la historia es otra pero la personalidad se mantiene. El recibo de mármol, las molduras, el bronce… Basadre combina una nostalgia por la ciudad antigua, esa Lima entrañable, con la practicidad más minimalista de una vida muy actual. El clásico contemporáneo como estilo de vida, el placer del espacio y saber que estamos en casa apenas cruzamos la puerta. Después de todo, el buen gusto es atemporal.

En Barranco, el Armando de El Sol muestra otra cara. El lobby de doble altura, los patrones geométricos, la madera natural y el detalle del grabado de Mateo Liébana sobre el mármol, le da ese toque bohemio y artístico (un guiño al distrito), y una atmósfera vintage y relajada, que tiene que ver con una forma de vida familiar y cálida, con el malecón, con el mar que se siente tan cerca. La jardinera y el verde junto al portón de vidrio acentúan los demás elementos con frescura, y son una transición amable entre el exterior y el interior. Y es que entrar a un Armando siempre será un placer.

   

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