El proyecto: un jardín interior en el primer nivel del Armando Paredes de Sáenz Peña 212, en el departamento de una familia con un par de hijos pequeños. El área de 40 m² fue intervenida por la arquitecta Augusta Pastor y el artista Santiago Roose, fundadores de Studio allá, oficina que une paisajismo, arquitectura y arte.
El concepto para el diseño de jardines parte del contexto, de la arquitectura con la que el jardín se relaciona. En este caso, inspirados en la arquitectura mediterránea del edificio Sáenz Peña en Barranco, y respetando su lenguaje clásico, Augusta y Santiago pusieron a dos árboles de olivo de 18 años como protagonistas. La idea es que estos árboles seguirán creciendo, acompañando a la familia.
El Armando de Sáenz Peña se caracteriza por sus ventanas francesas, celosías y balcones delanteros. La arquitectura del departamento en Barranco sirvió como guía de los puntos importantes dónde situar las especies. Así, “los árboles de olivo están colocados en función a los espacios interiores, hablando continuamente con el comedor y con el estudio del depa”, dice Augusta.
La intención de la familia era maximizar los metros cuadrados del jardín. Al ser un espacio con muros altos, el estudio de paisajismo peruano buscó hacer lo que siempre hace en estos proyectos: desdibujar los límites, imaginar las plantas tal como se verían en un paisaje natural, es decir, sin horizontes. ¿Cómo? Con elecciones como la madreselva que trepa por la pared de atrás. También, con el diseño sobre el propio suelo. “Nunca hacemos líneas rectas, porque en la naturaleza no existen”, explica Santiago.
Acorde a la estética naturalista, libre y desestructurada del paisajismo de Studio allá, este jardín tiene salpicadas unas diez especies distintas —además de los árboles de olivo y la madreselva, hay formio, nandina, leaa rubra, hebe y stipa— con texturas variadas, que permiten que no luzca plano, y en una gama de tonos morados, rojos y verdes, que aportan diversidad, un principio básico para el estudio.
Este jardín interior barranquino luce como si fuera un jardín sin paisajista, sin la mano humana, como algo que sucedió por sí mismo. Esa es la fórmula infalible.
Con dos miradas profesionales diversas, pero muchos puntos en común, Augusta y Santiago tienen algunas recomendaciones sobre paisajismo. Lo más importante: el jardín es un espacio vivo y debes entenderlo. Las plantas hay que regarlas, podarlas, hay bichos y, por esta razón, necesita un mantenimiento constante.
Para Santiago es clave “mirar el jardín desde adentro. Saber cómo lo sientes no estando en él, sino en el interior de tu hogar”. Es lo que descubrió la familia que vive en este departamento cada vez que se sienta a la mesa y se siente amparada y acompañada por su propio paisaje verde; o cuando uno de los miembros trabaja o lee en su home office y además de la vista, el jardín aleja los ruidos de la ciudad.
Sin duda, hay paradigmas en el paisajismo con los que Augusta Pastor y Santiago Roose quieren romper con Studio allá. Uno tiene que ver con el empleo del grass como superficie contemplativa, más no de uso. Según esta dupla, el grass es para esas áreas sobre las que sí vas a caminar, echarte, jugar, no para zonas que no vas a utilizar. El otro es al que llaman “el palmerismo”, porque las palmeras no son las más convenientes para una ciudad sin lluvia como Lima. Ahora, las especies que sí llaman su atención son las plantas de Madagascar, las rhipsalis y gramíneas tales como las stipas y las pennisetum.
Desde su enfoque transdisciplinario, Studio allá practica el fitocentrismo, que ubica a la naturaleza en el lugar principal y desarrolla una clase de paisajismo que considera a las plantas, más que un complemento, el centro de todo. En este departamento en Sáenz Peña, el jardín se ha vuelto el corazón vivo de la casa.
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