Hoy, más que nunca, los espacios al aire libre, como balcones, terrazas y patios, se han convertido en sitios de disfrute y relajo. Estimulan la socialización, facilitan la circulación, y permiten tomar un respiro en medio del ajetreo diario. Aunque nunca imaginamos lo que nos tocaría vivir como sociedad, en los últimos meses nuestros patios han ganado protagonismo y mejorado nuestra calidad de vida.
En el Armando de Vanderghen, por ejemplo, la idea de mantener eltoque nostálgico de las quintas miraflorinas tuvo como consecuencia la creación de dos espacios al aire libre: la entrada del edificio, de uso público, y la placita interior. En la primera, la disposición de la banca, la presencia de los árboles y la escultura del oso de Aldo Shiroma invitan a la interacción lúdica con cualquier persona que pase por la calle. En la plaza privada se crea un espacio de continuidad con lo que sucede afuera, y se armonizan las fachadas de los tres bloques del conjunto. En este patio suenan las risas de los niños; los vecinos se saludan desde los balcones o toman un respiro luego de hacer las compras… se propicia la convivencia, sin renunciar a la privacidad y el confort.
En el edificio Grau, en Barranco, la estrecha fachada no daba oportunidad de colocar muchas oficinas mirando hacia la calle. Por eso, había que formular una solución que, además de ser funcional, aportara al gran concepto de crear un ambiente distinto y muy cool para trabajar. Esta es la razón por la que el espacio externo tiene el mismo nivel de importancia que los espacios interiores. La escalera ornamental es tan luminosa, amplia y ventilada, que provoca usarla más que para el tránsito. La estructura moderna gana con los detalles de ladrillo expuesto. Y para no olvidar el espíritu barranquino tradicional está el piso, que combina un mosaico de cemento con otro de flores verdes sobre blanco y gris.
El patio de Grau invita al trabajo creativo y colaborativo; mezclando movimiento, transparencia, coexistencia y comunidad.
Finalmente, está el patio privado de Malecón Castilla, una apuesta audaz y muy divertida que crea un interesante juego visual. Si bien la arquitectura exterior del edificio es más bien clásica, ya que se encuentra en una zona monumental, al entrar en el patio se produce un giro dramático. Las fachadas internas son muy modernas, y el área común evoca una antigua placita barranquina, solo que interpretada en abstracto. El piso es de un mosaico que alterna entre el azul, el gris y el blanco. Y los cuadrados, que conforman un camino caprichoso hacia los edificios, se convierten de pronto en cubos que forman bancas. Un espacio tranquilo, exclusivo, perfecto para sentarse a leer o descansar y redescubrir la belleza del entorno que se habita.