Mariana Magtaz, brasileña, gemóloga, profesora, diseñadora de joyas y directora de Gaya —marca en la que utiliza piedras peruanas— conoció al empresario catalán Ángel Ramón en una feria en Brasil. Hoy tienen doce años juntos. Antes vivían en la casa de Ángel, en Cerros de Camacho, Surco, pero querían algo que sea de los dos y mudarse mucho más cerca al showroom de Gaya, en San Isidro. El Armando Paredes de Pasaje Vanderghen se convirtió en la primera propiedad de la pareja.
Cuando se inauguró el edificio en Miraflores, su buen amigo Álvaro Chang-Say pasó la voz a Mariana. La escultura de oso del artista Aldo Shiroma en la entrada del proyecto fue la bienvenida perfecta; y el patio central, lleno de árboles y plantas –dando la ilusión de esas quintas de antaño–, le agregó el encanto. “La arquitectura y el paisajismo me gustaron mucho desde un inicio”, recuerda Mariana. Lo que se llama amor a primera vista.
Apenas entró al depa de 220 m², con terraza, tres habitaciones y una sala íntima entre sus ambientes, sintió que ese era su espacio. Su onda moderna, cool y “muy New Yorker” (Mariana viajaba a la ciudad estadounidense dos veces por año), la cautivó. A Ángel, le dijo: “No sé tú, pero yo me estoy mudando”. En diciembre del 2019, lo hicieron juntos.
La sala, el comedor y el pasadizo principal muestran una colección muy especial de cuadros, que le pertenece a Ángel. Obras de artistas como Fernando De Szyszlo, Víctor Humareda, Sabino Springett, Venancio Shinki y Enrique Galdos Rivas visten sus paredes. Las orquídeas también son protagonistas de la decoración y pueden encontrarse desde el ingreso hasta detrás del sofá rosa de la sala, donde Mariana toma su café cada mañana.
Alguna vez un rabino le dijo una frase que quedó impregnada en su memoria: “Todas las parejas pueden tener una casa, pocas tienen un hogar”. Mariana vive bajo ese lema. Por eso, decenas de fotos, como la de la boda de Carol, su hija mayor —ella tiene tres hijos de una relación anterior, Ángel dos—; la del viaje familiar a Marruecos por su cumpleaños; y varias de reuniones con amigos, a los que adora recibir por lo menos un par de veces al mes, son necesarias a su alrededor. “Si tuviera que elegir mis piezas favoritas, el arte más valorado, son mis fotos”, asegura la diseñadora, quien define su estilo como acogedor.
En la sala, inmediatamente, llama la atención, sobre la alfombra traída de Turquía, la mesa de centro con la escultura de una mujer, en latón, sosteniendo el vidrio; y, en el comedor, la mesa de 2.40 m en madera huayruro, diseñada por la propia Mariana, con 8 sillas —en su depósito guarda otro tablero aún más grande y seis sillas más para fechas especiales, como Navidad—. También resalta el mueble del bar, hecho en Indonesia con maderas de demolición, que calzó perfecto en un rincón del apartamento, como si fuera su destino.
Como gemóloga, su casa está llena de piedras preciosas, incluso varias escondidas. En el dormitorio principal, por ejemplo, ha colocado dos en el piso, tres en cada mesa de noche, cinco en el baño y, en su altar, unas diez gemas más, entre amatista, citrino, cuarzo rosado, turmalina negra y cianita; no solo es gemóloga, sino alguien que cree en su poder. También tiene un buda, una Yemanjá (diosa afrobrasileña), un par de sahumerios, velas, y, al lado del altar, un lugar donde Ángel medita a diario. Su hogar, según sus propias palabras, es espiritual.
Aquí nada es al azar. Mariana tiene un consultor de Feng shui. Su dormitorio es el que está ubicado en la zona del departamento que, según el mapa Bagua de la filosofía china, propicia la prosperidad; el amarillo maíz con el que pintó la pared es el color ideal para el equilibrio de una pareja y el wallpaper de granadas que eligió se debe a que, para los judíos, esta fruta es un símbolo de la prosperidad. Quizá por eso son tan felices en esas cuatro paredes. Cuando se van de viaje, por más lindo que sea el lugar en el que estén y por más divertido que la estén pasando, siempre llega un momento en el que extrañan su casa.
Siguiendo el mapa del Feng shui, la sala íntima, donde Mariana tiene la mesa para dibujar sus joyas, un sofá cama para invitados y una tele para dictar o asistir a cursos online, es la zona del amor. Allí tiene dos cuarzos rosados para beneficiarlo y tres bordados de las orixas del artista brasileño Canjerê.
La terraza es otro de sus ambientes favoritos. Con vista a la avenida Vanderghen, pasan allí muchos viernes y sábados por la noche. Mariana compra piqueos ricos en Delifrance, prende todas las velas de la casa y tienen “una cita” sin necesidad de salir. Mientras él toma un vodka con jugo de naranja, ella disfruta de una copa de cava. Estos momentos también son parte de la rutina de casa.