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Friedensreich Hundertwasser: un arquitecto y pintor ecológico

En febrero de este año habrán pasado ya 13 años de su muerte, pero nosotros no queremos olvidar a Friedensreich Hundertwasser. Artista austriaco comparable a Antonio Gaudí por la íntima relación de su obra con la naturaleza y el respeto hacia esta. Hundertwasser no nació con este apellido sino que se lo inventó, como muchas otras cosas en su vida.

Ecologista a más no poder y hippy hasta las tripas, este personaje del arte: pintura y arquitectura contemporáneos

Para salvar a la familia del Holocausto la madre de Hundertwasser lo alistó en la juventud hitleriana. Cuando los soldados de la SS pasaban revisión por su casa, Hundertwasser abría la puerta con el uniforme nazi, adornado con las medallas de su padre (fallecido cuando su hijo tenía un año de edad) de la primera guerra mundial. Hundertwasser asistió brevemente a las clases de la Facultad de Bellas Artes de Viena en 1948 y comenzó su propia producción a finales de los años 1940s.

 

Las características originales de Hundertwasser son la expresión del shock en el arte pictórico, la filosofía del ambientalismo environmentalismo, el diseño de fachadassellos postalesbanderas y vestidos (entre otras áreas). Los temas comunes en este trabajo son el rechazo a las líneas rectas, colores brillantes, formas orgánicas, una reconciliación de los humanos con la naturaleza, y un fuerte individualismo. El permanece constantemente en su estilo sui generis, a veces sus diseños arquitectónicos se parecen a los del arquitecto catalán Antoni Gaudí en sus formas biomórficas.Fue inspirado por los trabajos de Egon Schiele desde muy joven, y su estilo a menudo es comparado con el de Gustav Klimt. Su inspiración eran las espirales, y llegó a denominar a la línea recta como la «herramienta del diablo». El denominó a su teoría del arte «transautomatismo«, basando su teoría en el Subrealismo automático.

Por lo que adquirió notoriedad Hundertwasser fue por sus pinturas de múltiples colores, hoy en día es muy conocido por sus diseños arquitectónicos revolucionarios, que suelen incorporar características naturales a los paisajes, mediante el uso de formas irregulares en los edificios que diseña. Los denominados: Hundertwasserhaus, son apartamentos de bajo coste en Viena, tienen las características de ser de pisos ondulantes («un piso ondulado es una melodía para los pies»), un tejado recubierto de tierra y vegetación, y grandes árboles creciendo en las habitaciones, con sus limbos extendiéndose por las ventanas. No cobró por el diseño de las Hundertwasserhaus.

Sintió que la arquitectura estándar no podía denominarse como arte, y declaró que el diseño de cualquier edificio debería estar influenciado por la estética de cada uno de sus habitantes. Hundertwasser fue conocido por su performance art, en el que por ejemplo se puede ver como aparece en público desnudo promocionando un toilete más ecológico y ahorrador de agua. En 4 de julio de 1958 celebró un controvertido manifiesto Verschimmelungs-Manifest, denominado también como Manifiesto Mould en contra del racionalismo en arquitectura, en la abadía de Seckau. En 1972 publicó otro manifiesto Your window right — your tree duty: en el que sugería que plantar árboles en entornos urbanos debía ser obligatorio.

Su trabajo se ha empleado en la elaboración de banderas, sellos, monedas, pósters, escuelas, iglesias, lavabos públicos y ha sido adoptado en Nueva Zelanda en el diseño de edificios. Su bandera más famosa es la Bandera de Koru; diseñó sellos para las islas de Cabo Verde y para las Naciones Unidas, así como la administración postal deGinebra. El 14 de febrero de 1981 pronunció un discurso en la ceremonia de entrega del Gran Premio de Austria a las Artes Visuales, en el que señalaba que «el arte de hoy en día es una degeneración. Hace mucho tiempo que los artífices y tratantes de lo artístico no son ya los artistas propiamente dichos, sino una pequeña «mafia» internacional, compuesta de intelectuales frustrados, frustrados porque tales imposturas no interesan al gran público y tampoco les contentan a ellos mismos. Esos artífices y tratantes, que hacen de directores de museos, de periodistas y teorizadores, son parásitos de nuestra sociedad. Nuestro auténtico enemigo es esa necedad incapaz de distinguir lo verdadero de lo falso. Habría que detener y encerrar en una cárcel a todo director de museo que gastase fondos públicos comprando mamarrachos».

 

Guarda en el armario las camisas y las americanas y comienza a diseñar su propia ropa, con trozos de tejido que le caen en las manos; empieza a confeccionar sus calcetines y sus zapatos. Su gorra aparecerá un poco más tarde, cuando el pelo se le comience a escasear… tejidos abigarrados a modo de sombrero abombado. Hundertwasser iba de bohemio por la vida. O no, lo era. Un verdadero bohemio y un nómada, en el sentido de viajero.

‘El jardín de los muertos felices’

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