Armar la casa que hoy comparten fue un proceso que empezó antes de vivir juntos. María José Harrisson participó en muchas de las decisiones de decoración del luminoso Armando de Santa Isabel desde que Ignacio, entonces su novio, se mudó. Y a pesar de que pasaba muchísimo tiempo ahí, fue recién cuando se casaron y ella se trasladó al depa, que este tomó su verdadera forma. Los ambientes cambiaron por completo y, con ellos, cómo se sentía el espacio.
Antes de la pandemia, Ignacio trabajaba fuera y Cote, que ya hacía home office, aprovechaba cada tiempo libre para llamar a una amiga y salir a tomar un café. La pareja compartía el depa principalmente de noche. Con la cuarentena, en cambio, lo vieron con otra luz. Recién entonces se dieron el tiempo y el espacio para estar presentes y entender lo que les faltaba. Empezaron a poner adornos y arte. Ni siquiera Cote, que es tan detallista, había terminado de montar su estudio. Se dieron cuenta hasta qué punto el día les había estado ganando.
A ambos les encanta el arte. Cote reconoce que con Ignacio adquirió otra perspectiva: él, por ejemplo, tenía el cuadro de Gilberto Rebaza colgado en el comedor antes de haber comprado los muebles, cuando el depa estaba prácticamente vacío. Cote pensaba que lo lógico era tener el ambiente completo primero y luego ubicar el arte, pero mirándolo con otros ojos se dio cuenta que ya tenían lo más importante: ese ambiente sería bonito justamente por el cuadro. Tienen otras piezas de artistas como Jorge Cabieses y Mateo Liébana; el último cuadro que enmarcaron es una fotografía en blanco y negro de Samuel Chambi. En el ingreso, puede verse una pintura realizada por Lola Schröder, abuela de Ignacio, que quedó inconclusa.
En muebles y objetos, él es quizá más contemporáneo; ella tiene ojo para lo retro y para encontrar la pieza justa para un lugar determinado. Juntos, han incorporado muchos muebles únicos a su casa: la mesa de la sala es un regalo de su suegra, la mesa de la sala de estar la heredó Cote de su abuela, y tiene una silla de terciopelo azul, espectacular, que perteneció a su tatarabuela y que aún no manda a arreglar.
Los dos han aprendido a fluir con los cambios. Cote terminó su carrera en Ciencias Políticas y nunca imaginó que exploraría un camino distinto. En un periodo de transición entre un trabajo y otro, decidió, casi a manera de juego, crear algo con las manos. Se unió a una amiga y empezaron Mira, su emprendimiento de accesorios. Después de casi dos años, Mira es la ocupación principal de Cote: “Así encontré mis dos lados del cerebro: el lado consultor, de politóloga, que me fascina; pero también el creativo, orientado al trabajo manual, el arte y la armonía”. Ese balance personal no solo le ha dado una nueva rutina: también le ha demostrado que los contrastes y los cambios enriquecen la vida.
Y claro que las cosas cambiaron dentro del depa en estos meses. Él hizo de la sala de estar su oficina y, más que eso, su guarida: el ambiente que le garantiza su espacio personal, donde puede trabajar, pero también ver videos de surf o hacer yoga. El estudio de Cote está en un cuarto aparte. Ella necesita color: el tono amarillo de las paredes le da un toque cálido al ambiente. A su alrededor tiene muchos libros, objetos de cerámica y vidrio, ilustraciones y hasta un sombrero que sirve como adorno, pero su escritorio está decorado, sobre todo, con los beeds con los que hace los accesorios de Mira. Este espacio físico es su inspiración. Aquí se reúnen sus referencias y lecturas, las historias que más le gustan, sus fotografías.
Cuando recién se mudaron juntos, su principal lugar de encuentro y descanso era la sala de estar, viendo tele. Ahora pueden decir que habitan su Armando por completo. Almuerzan juntos en el comedor; se toman un vino en la sala o en la terraza, aprovechando la vista y los cambios de luz que le dan mood al depa. Ya no trabajan en su dormitorio. Cote cierra la puerta de su oficina y siente que los mundos están separados, que han sabido adaptar sus actividades y horarios para lograr un balance en sus vidas. Siente que, ahora sí, se han apoderado del espacio.
El depa seguirá cambiando. Están pensando en hacer del tercer cuarto, que es grande y lleno de luz natural, un espacio zen. Ese será su siguiente proyecto. Y es que el equilibrio interior es un ejercicio permanente.